No es tristeza. Tampoco dolor.
Me liberé de esos fantasmas.
Es más un mood.
Tengo ganas, pero no son suficientes.
Suficientes como para aguantar.
Todo me tiene sin sabor.
Insulso.
Es ese límite;
que todo me da absolutamente igual,
pero que todo me traspasa.
Me a p u ñ a l a.
No quiero hablarlo.
Si puedo, lo pospongo en mi cabeza.
Me mantengo ocupada,
con cosas que son fugaces.
Que no duran y no me llenan.
Ya no me juzgo,
no estoy parada desde ese lugar.
Acepto esas cosas de mí,
que posiblemente no tengan sentido.
Me falta ese fuego.
Esa adrenalina.
<Esto es ser adulto>: dice mi amiga.
Puede ser. Que fiaca.