lunes, 25 de mayo de 2015

Tocamos fondo

Exagerar inconscientemente un problema porque es la primera vez que nos visita. Exagerar porque nos sentimos tan minúsculos ante semejante conminación. Careciendo de ideas, de como formar la pregunta justa, apropiada, que no enloquezca los aledaños (de uno mismo). Y la respuesta errada que tantos esperan. Ellos, que tan hambrientos del fracaso ajeno están, buscando entre mil detalles el primer error que puedan desatar ante vos, porque no existe la probabilidad, la posibilidad de que seas inocente. Porque ellos se adueñaron de la razón, de la oportunidad, del poder de acusarte, y castigarte. Juzgado, porque a alguien le pareció inapelable relatar la atrocidad ajena y mucho más inapelable seguir a éste con sus relatos. Creerle, porque siempre fue más fácil acusar, que tener fe en esa persona que fue juzgada. Porque siempre uno sigue al montón. Tan escasos de un veredicto propio, "si la ley lo dice". 
Y uno en tanta calamidad le quedan pocas opciones, rendirse ante éste yugo (que nunca fue negociable) o luchar por su postura. Pero como explicar lo difícil que es luchar contra la corriente, las ganas de rendirse, sentir tanta soledad, la deslealtad, la espalda de esa gente que respetabas. Y acá es cuando se quiebran todos los sentidos,y uno empieza a dudar si todos esos relatos no eran tan ciertos. Tantos versos mezclados, tantas ideas desordenadas, y solo una firme corriendo de boca en boca, cómo no dudar ante tanto fiasco. Perder la seguridad y el equilibrio de uno mismo. No reconocerse, ir perdiendo la esencia, la firmeza, la palabra, la decisión y la independencia. 
Llegando al punto de la exageración, doy fe que no existe problema que merezca tal atención. Aunque ineludiblemente uno necesita de la compañía de alguien, que te digan que no estas tan equivocado, que crean en vos. 

Había tocado fondo, lo puedo afirmar. Caí en el ultimo subsuelo, no había más niveles para bajar. Y que más me quedaba que subir,¿NO?. Morir en ese lecho o subir de a poco. Pero no me daba cuenta, tan atontada, tan indecisa, tan desconcertada, la inseguridad ante cada paso, vacilar y vacilar. Me atropellaba. Nadie, pero nadie más que yo podía entenderlo. A cada persona que intentaba explicarle una mínima parte de esta adversidad, se tomaban el tiempo suficiente para mirarme con esos ojos, a quien se mira cuando se le tiene lastima, cuando es incomprendido,y eso aumentaba más todo este calvario. Aparte,¿quién iba a detenerse ante toda esta complejidad?.  Y le erre a la suposición, me equivoqué, de esas equivocaciones que uno no lamenta. Había alguien, que quizás no entendía cada centímetro de mi dolor, pero creyó en mi, y me basto para intentarlo.
Y vos fuiste mi lujo en la devastación de todo mi Ser, me agarraste la mano, y en tus ojos encontré tanta seguridad. Yo te veía y me encontraba, relataste todas mis virtudes, todos mis éxitos. No hubo, ni hay mejor espectador que vos cuando se trata de mí. Me inventaste un ego para que me sintiera importante, te vi defendiéndome con esa fe ciega que dicen que mueve montañas. Diseñaste las mejores sonrisas, acabaste con el dolor, y me regalaste todas tus ganas para salir adelante. No hubo, ni hay Ser que me haya mirado como vos lo haces. que me haya cuidado y obsequiado tanta atención.

Tu sonrisa calma mi mundo.
¡Cuanta locura me implantaste!